Moises Rodríguez

Manos que buscan sol quemando un leño,
Logrando, con esfuerzo, humilde hoguera
y piensan “no es verdad, esto es un sueño”.

Manos que son piel, no son madera,
y encuentran sequedad y podredumbre
Donde debían hallar la primavera.

Manos que se consumen en la lumbre,
Que esfuerzan el hollejo de sus dedos
Goteando de sudor, como es costumbre.

Manos de hombres fuertes, no remedos,
Que levantan ciudades en lo oscuro
Y entre barba y barba escupen miedos.

Hombres que son de bronce y hierro puro,
Que encuentran en sus calles, en sus vías,
Espectros que susurran: “no hay futuro”.

Duelen las horas. Pasan los días.
Un viento negro rasga la esperanza,
Se oyen voces mezcladas de agonías.

La confusión se expande, y se abalanza.
La sangre, agolpada en racimos, bulle.
Manda la confusión, ya sin tardanza.

El fuego rabioso todo lo engulle.
El ansia de lucha, furiosa, ondea.
El hombre racional siempre construye.

El hombre irracional sólo desea
Doblar, y a golpes destruye la vida,
Y a golpes su brutalidad pasea.

La calle, liberada, no dormida,
Cansada de palabras y falacia,
Carga la voz con voluntad erguida,

Con frente firme, pintada de audacia,
Reclama con su cuerpo lo usurpado:
Las leyes que tejen la democracia.

moisesrgz.blogspot.com

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