J. Marc Sancho


ESPAÑA VUELVE A SER AZUL


España vuelve a ser azul

las águilas se acicalan con un tul.

Los gigantes levantan la cruz

y los pobres, crucificados sin ver la luz.


¿Dónde quería ir este país

con la soberbia de aquel ruin,

y la inocencia casi infantil

de los que cogieron el redil?


Llenas las arcas de ilusión

se paró la máquina de vapor, un día gris

sin carbón se quedó, en el raíl.


La soberbia, es la ofensa de la razón,

cuando domina la sin razón.


La jactancia, es el afán

de los que piden y no dan

ni lo que tienen que tirar.


La arrogancia, empieza al defraudar

y acaba al trabajar.


Muchos endemoniados

con la burbuja se inflaron,

por avaros.. los romanos

sus cabezas degollaron.


La fantasía del bienestar

la altanería sin controlar

y la abundancia sin ahorrar.


Un paisaje de nubosidad

que la divina copiosidad

lo convirtió en tempestad.


En el Sol, los cimientos de esta sociedad,

en cada crepúsculo solar,

se disipan, como la luz

en el fondo de la mar.


Cuantas veces más,

se ha de demostrar

que el sistema, no garantiza el sustento social.

Basta de dejarnos engañar.

¡Democracia.. que vanidad!

¡Busquemos otra forma de gobernar!


PARA SER BIEN VISTOS

Para ser bien visto.
Andar descalzo, por un camino de espinos
sin buscar la senda limpia del destino.
Bogar por un mar de turbulencias en la vida
con zozobra desde el punto de partida.

Navegar por un espacio sideral,
sin principio ni final.
Creer en el árbol de la vida
y pensar que nada es mentira,
y que con la muerte.. el sueño no termina.

Estar siempre en la penumbra
ausentes, de las conversaciones
de las mentes inteligentes.

Conformarse con vivir en una alcoba
a oscuras, repleta de sombras amigas,
y acosados por la luz,
de esos que nos ciegan la vida
esos que nos vigilan, hasta por las rendijas.

Esperar un gran gesto.
Que alguien se apiade.
Que te saque de la penumbra.
Que te obsequie con unos guantes,
y que la ferralla te haga
unas manos grandes
y una herida en el alma gigante.

Que el sol y el aire
te curtan las sienes
la cara y la frente,
con sales de la fatiga.
Que tu ropa huela a aromas de mares
de bancos de peces muertos, descompuestos,
por el hacer del hombre opulento,
que siempre muestra su descontento.

Que entierres en el lodo, tu cuerpo en vida.
Que te saquen los otros, los órganos y las tripas.
Que los gusanos te degusten, estando sano.
Que no llores de rabia, y que tu amargura,
te la lleves a la sepultura.

No levantes la frente a escondidas
para mirar al señor con desaire.
Muestra buenas artes
y trata de a sus gustos, amoldarte.

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