EN LA ÓPERA DEL RUIDO
Alguien señala con el dedo
la dirección a un precipicio,
escribo el vértigo;
escribo la caída
de este verso
al vacío, la página
arrancada del libro.
Desde el espacio en blanco
que divide el silencio de tus ojos,
desde la helada boca del revólver
besándote la nuca
y el corazón diseccionado
de los siameses,
desde el latido que los une
y el bisturí que los separa;
escribo el alarido.
Escribo que no hay nada
dentro de las palabras
como tampoco hay nada en las pupilas
del que observa la nieve,
y desde aquí,
desde este extremo de la niebla,
desobedezco.
(de La flor de la tortura, 2008)
http://raulquinto.blogspot.com
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