"Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos".
Miguel Hernández
Nos han rompido
el beso
en las yemas excitadas
de las bocas,
nos han muerto
el niño
de tu sangre
y de mis huesos,
nos han violentado
el sueño,
nos han metido
los dedos
donde sólo cabían
mariposas,
nos han molido
el cuerpo
y nos han hecho
amantes de la fosa.
NO TRADUZCAS MI NOMBRE
Cuando quieras llamarme
no traduzcas mi nombre
para hacerlo más tuyo que mío,
no lo enmascares con
sonidos cercanos a tu
rutina cotidiana,
no me cambies mi identidad
con tu manía de hacerlo
todo a tu medida.
Yo quiero conservar mi nombre
cuando estoy contigo
en tu mundo y en tu cultura
para poder tener la oportunidad
de sentirme recibido
y no acogido,
abrazado y no manoseado,
no manipulado por vuestra
perspectiva única de las cosas.
Así yo tampoco llegaré
rebelde y obstinado
intentando refugiarme
en costumbres ancestrales
que ya no siento mías.
No me envolveré en una túnica
santa ni me pondré velos
para ocultar mi cara
ni me empecinaré en vivir
sólo como mis padres lo hacían.
En el punto medio de la entrega,
a la mitad del camino,
en la recíproca renuncia
de estereotipos y de clichés
iremos aprendiendo a conocernos
y a compartir nuestras señas
de identidad y de vida,
tú comerás mi pan y yo tu carne
en platos idénticos pero
nunca seremos iguales
porque siempre tendremos cosas
que contarnos,
cosas que nunca haremos igual,
matices que nos harán únicos
en el mundo pero moldeables.
Yo quiero ser diferente después
de hablar contigo y que tú
te enriquezcas
con mis conocimientos.
Pero no traduzcas mi nombre
cuando me llames
porque mi lengua es tan válida
como la tuya para nombrar las cosas.
Y no quiero entender el mundo
sólo con tus palabras.
Cuando me enamoro se me llena
la boca de palabras antiguas
y cuando lloro no me sirven de
consuelo tus sofisticadas
palabras y lloro como lloraba
de niño con la misma sinceridad
y el mismo miedo.
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