Emilio Romero Ele







Por el ojo de la cerradura acecha lo terrible

No hay nada que temer, ¿esa es tu convicción?

El terror circula por otras calles

y los poderosos se festejan en la misma mesa,

celebrando sus ganancias.

¿Qué puedes temer si tu domicilio no da paso

a los intrusos?

Cuidado: siempre hay un rumor sordo en el aire.

Por el ojo de la cerradura acecha lo terrible.

En este mismo instante, alguien está dando a oler

una de tus prendas a los perros guardianes.

La prenda puede ser cualquier cosa:

tu modo de saludar al jefe, un encuentro fortuito

con un desconocido que pidió fuego en la calle

(un rebelde cuyos pasos registra la policía

para dar con sus cómplices)

Ese estilo tuyo de mirar,

como si estuvieses introduciendo las manos

en la huerta de la mujer del vecino.

Por el ojo de la cerradura entra lo terrible.

Y no olvides que el terror es siempre sigiloso.

Los grandes acontecimientos son de la naturaleza

de los felinos; terribles y silenciosos.

No usa dinamita, ni destruye torres, ni representa

el desespero: impone su dominio apenas con un gesto.

Y tú estás en la calle, sin empleo, sin crédito,

Sin otro recurso que el grito en la garganta.

¿Qué dices? ¿Que dispones del coraje que emana

de las entrañas más profundas de la vida?

¡Entonces, adelante!



¿Usted cree en todo eso? ¿escuché bien lo que dijo?

Y el hombre-mosca, por acaso ya desapareció para siempre?

Usted todavía lo admira.¡ Que estampa de iluminado tiene ese hombre! Un rostro en llamas, un mechón cubriendo parte de su frente,

mirada brillante en permanente vigilancia, mandíbula fuerte y sobretodo ese bigotito estilo mosca.

Ese hombre sabia imponerse, hablaba para quien quisiera oír, sabia comandar un ejército, emocionaba a las multitudes y todo un pueblo se embriagaba con sus discursos.

Ese hombre tenía sus ideas, sus ideas añejas y sus prejuicios del color nada benigno para la salud, un rubio-sangre del campo de exterminio.

¿Cada cual con su sistema para imponer su dominio?

¿Oí bien?

Imagínese usted sometido al sistema del hombre-mosca.

Imagínese entrando, flaquito, desnudo

como un Adán desesperado, entrando en un crematorio.

¿Ya lo imaginó? Está sintiendo el calor de 800 grados

en su carne, en sus huesos que comienzan a derretir?

Bella experiencia, ¿verdad?

Los seguidores de ese hombre poderoso

sabían hacer sus cosas.

Es así que un país conquista el mundo y extermina

a sus enemigos. ¿Oí bien lo que está diciendo?

Ahora imagínese de nuevo entrando

en el crematorio.

Cuando ya había dado los primeros pasos en el interior

del horno y el calor comenzaba a inflamarle la piel,

siente que está retrocediendo, grita a su madre

para que ella pare con ese cuento del infierno.

Justo cuando siente que el calor lo está transformando

en fuego oye un grito !Achtung!!!

Un hombre de uniforme lo saca del horno.

Cree que los ruegos de su madre

lo salvaran del infierno.

Engaño suyo. Los hombres de uniforme habían

olvidado un requisito para que nada impida

su transformación en cenizas.

¿Qué oculta en el esfínter? Ellos siempre piensan

que usted los quiere engañar, registran hasta las tripas.

Imagine enseguida esos policías

con rostros inalterables,

y a veces con una amplia sonrisa bonachona,

que ellos son hombres de buena voluntad,

bien dispuestos para que todo salga perfecto

en su acto final.

¿Usted cree realmente que el hombre del bigote

mosca es cosa de un pasado infame,

que no se va a repetir?

¿Oí bien lo que está diciendo?

¿Por acaso nunca pensó que los millones y millones

de miserables que pueblan la tierra,

que viven en guetos de miseria,

son muy semejantes a los hombre eliminados

por el hombre-mosca?

¿Entonces usted piensa que los dominadores actuales también guardan una pizca de bondad en las aurículas? Entonces el lado bondadoso y justiciero también circula en la sangre de esa gente?

Ok, entiendo, usted todavía espera en cada Navidad que papá Noel entre por el tubo de la chimenea. Usted cree también que caperucita roja fue salvada del vientre del lobo.

Los dictadores de nuestro tiempo no precisan de una Gestapo de botas ostentosas y de cámaras de tortura; usan tácticas más sutiles y silenciosas que entran en su mente por medio de imágenes y de espectáculos. Y usted se torna un vasallo más del viejo orden.

1 comentario:

  1. Es la guerra del siglo XXI, época globalizada, ya nadie necesita armas, y los mas débiles mueren de agotamiento? Las armas, son para cosas puntuales. -Iraq-

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