ALAS BLANCAS A LAS LUCES DEL ALBA
El sol de la mañana
Como broca taladra
La sombra de la noche que se acaba.
Albores de la brisa sosegada,
Alas blancas a las luces del alba,
Luminarias del alma...
Y ahora escucha estos sones que avanzan...
¿No sientes el fragor de la alborada
Que surge de una voz que nunca calla?
Dan, daaan...
Daran, daran, daaan... Dan.
Dan, daaan...
Juventud de alas blancas,
Energía que salta
En las calles y plazas...
Dan, daaan...
Daran, daran, daaan... Dan.
Dan, daaan...
Luminaria del alba,
Claror de la mañana,
Son los jóvenes que estrenan sus alas
Como águilas volando tan altas.
¡JUVENTUD, vuela ya,
Que tu vuelo nos trae la esperanza!
YA ES HORA DE DEGUSTAR LA PULPA
Y ahora escuchadme de nuevo... Escuchad
Como si fuese por primera vez:
Yo soy la voz que clama entre los muertos,
Proteicos hechiceros
Del templo de la Tierra
Que son muertos entre los muertos muertos.
No es a ellos a quien ahora digo:
Es a vosotros mismos,
A mi pueblo querido,
Al que no sabe nada
De las grandes mentiras,
De los grandes engaños.
Es a vosotros aquí y ahora a quien yo digo:
¿Hace falta que arrojemos de nuevo,
Cubierto de oro al becerro sagrado,
Las tablas ocultas de la ley que ellos,
Los muertos, se apropiaron?
Oh, mi pueblo afligido,
Los sencillos, los que no habéis probado
Aún el fruto del árbol
De la ciencia interdicta,
Infelices felices, infelices,
Despertad... Despertad...
Ya no es tiempo de seguir ignorando
La ciencia prohibida que os ocultaron.
La manzana en el árbol
De la ciencia del bien
Y del mal, aún espera las manos
De los vivos de hambre
Que la arranquen del árbol
Como aquellos que de ella se adueñaron.
Ya es la hora de degustar la pulpa
Agridulce y amarga
Que ha de haceros crecer...
De buscar el amparo
En iguales que sean
Auténticos hermanos.
Así pues, despertad...
Despertad, pueblo mío,
El saber es poder
Y a ser libre yo os llamo
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