De cómo la desmotivación movió el mundo
No teníamos nada en común
ni tú, ni yo, ni ellos.
Las revoluciones no se hicieron para nosotros.
Yo prefería los paseos,
tú huir en bicicleta.
¿Ellos? Ni tú ni yo lo sabemos.
Pero ese día
yo salí a la calle,
y tú también.
Con motivos diferentes
pero parecidos.
Yo no tenía nada que perder
probablemente nada que ganar
pero estaba cansada
de quejarme
de no hacer nada
de ver el tiempo pasar.
Tú saliste
con el maletín
con el traje
con los rastros de gomina
con el cansancio del trabajo.
Tenías hijos
querías nietos
vivías casi con los puesto
estabas al borde del desempleo
tenías miedo.
¿Ellos?
Exigen cambios
en este mayo
que ni de París
ni del 68
está tan lejano.
La gente sale
pide
sueña
sueños imposibles
y recuerda
que toda revolución
empieza por una queja.
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