Áurea López


PARAÍSOS

Hemos perdido el paraíso en la Tierra,

aquel que esperaban encontrar

los desposeídos de otros mundos,

el que soñaban cruzando desiertos, océanos, fronteras.


Como ellos hemos perdido la esperanza también.

Quizás perdido para siempre el edén

Ahora preguntamos con lamento

¿en qué hemos fallado si parecíamos invencibles?


Pero todo paraíso tiene un fin

y el nuestro estaba anunciado,

la clave escondida en un acróstico

que no supimos descifrar y que podríamos continuar:

Fraude, falsedad, falacia, farsa, fracaso, farfolla, fariseos...

Incultura, insolidaridad, infamia, inversiones especulativas, injusticia, incertidumbre...

Nepotismo, negación, necedad, ninguneo...



Mientras termina nuestro paraíso cotidiano sin revuelo,

pero con paro, recortes y estrecheces,

otros se han asegurado un paraíso fiscal

en tierras exóticas que suenan a eterno veraneo.


Una candela encendió mi ánimo el 15-M.

En esta reacción de campamentos que toma la calle en las ciudades,

hemos recuperado algo de dignidad

aunque nos llamen los Indignados.



CORAZÓN DE QUITAIPÓN

Cómo desearía guardar mi corazón

cuando llego a casa

en un cajón del armario,

quitármelo

como me quito la chaqueta,

la camisa y los zapatos,

no tenerlo puesto cuando oigo

que los niños preguntan cuándo van a morir

entre el ruido de bombas con el que han jugado,

arrancármelo cuando veo a madres que lloran desgarradas

abrazando a sus hijos agonizantes en el medio de una calle asfaltada de rojo

sin saber ni el porqué de tanta muerte.

No ponérmelo cuando

escucho a los líderes mundiales

de la indiferencia.

Los líderes de una estafa global

¿han vendido sus corazones por unos cuantos cheques,

se los han regalado a la hipocresía,

los han encerrado y no los oyen

o los han olvidado bajo una costra de hielo?

Quizás sus corazones sean de quitaipón

como los relojes, los anillos y los trajes.

Quizás los guardan tras la puerta de un armario

en un cajón de madera

con el resto del vestuario.

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