Javier González Ogando








“Plazas”

Cual Sócrates, cual Platón,

como niños en domingo

o abuelos tomando el Sol.

La plaza es de quien la ocupa

Y la indignación la ocupó.

Llegó en brazos de pueblo,

Impulsada por su voz,

harta de tanta falacia,

de tan falsa democracia…,

harta de tanto mamón.

Y ahora quieren echarla,

son ya de ellos las armas,

los castillos, los palacios,

la bóveda del tesoro

y “la torre del reloj”.

Pero no podrán callarla,

por mucho que les duela,

las plazas del pueblo son.

¡Nuestras plazas, nuestra voz!



“Mil imágenes: En dos palabras”

Me encanta polemizar…

Sobre el poder de las hadas,

sobre el sexo de los ángeles

o los gatos de tres patas,

sobre silenciosos gritos,

sobre cuestiones calladas,

sin saber ni lo que digo,

incluso sin decir nada.

Me gusta hablar por hablar,

del amor, de la paz…,

e las chavalas, del fútbol,

del sexo, de chorradas…,

frecuentar las tabernas ilustradas.

Me gusta hablar por hablar

y cultivar, sin más, la palabra.

Dejar claro que, sin ella,

mil imágenes son nada.

Pero en momentos como este

en el que los hechos hablan,

mis palabras solo tienen

un derecho: ser un arma.

Tunearse como espadas

y atravesar vuestras almas.

No calléis, salid de casa,

encontrémonos todos

en el centro de las calles.

Por poderosos que sean

esos a los que el dinero

taponó los sentidos,

esos traficantes de armas,

de cuerpos y de almas,

frente a todos nosotros,

son únicamente nada.


1 comentario:

  1. Llamas al arte y nace el gozo,
    imposible sellar el pozo,
    esa boca que nunca harán callar,
    esa voz que no se podrá matar,
    ese, el pueblo;
    el que tiene que unirse y hablar,
    mientras, exprimen sin pensar.
    Malditos sean los señoritos,
    mancilladores de escasos bienes,
    que más parecen caballeros medievales,
    bebiendo nuestros vinos
    y comiendo nuestros panes.
    Maldita sean las leyes injustas,
    los hombres incestos,
    las lecturas turbias
    y la indecencia de los abusos.
    Maldita sea la arrogancia
    de la gente en alta estancia
    que dispersa con elocuencia
    mientras vive en la abundancia.
    Maldita sean las varas de medir,
    de rasar, las formas del mentir.
    Que muy grandes sean nuestras calles,
    con sus avenidas y portales,
    por la que gentes salgan a raudales
    pidiendo decencia, para los mortales.

    Maldita sean...
    Esas malas cosas, las que siempre nos rodean.

    Volaoret2011

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