Fábula indocumentada
A Augusto Monterroso.
En tiempos prehistóricos,
Los hombres
Temblaban de terror en las cavernas,
A causa del tiránico dominio
De los más gigantescos de los saurios:
Perfectas maquinarias de matar,
Tan hábiles, soberbias y voraces,
Que nunca el ser humano,
En su insignificancia manifiesta,
Lograba imaginarse derrotándolas.
Pero un día, cansados de su miedo,
Los hombres se aliaron decididos
A hacer frente a la bestia
Más fuerte y sanguinaria de entre todas;
Y, no sin gran esfuerzo, consiguieron
Batirla en retirada y darle muerte.
Supongo que, al oír lo que he narrado,
Habréis pensado que este fabulista
Debió volverse loco,
Que no tiene la más remota idea
Acerca del asunto,
Y ha cometido un gran error histórico.
Mas esto no es así.
No alberga duda alguna este poeta
De que los grandes saurios,
Surgidos a mediados de triásico
Y extintos a finales de cretácico,
No han coincidido nunca con el hombre
En la oprimida faz de este planeta.
Pero
Qué hermoso ha sido,
Compañeros,
Soñar que alguna vez, quizás, los hombres,
Unidos contra su hosca tiranía,
Lograron derrotar al Dinosaurio.
Mosca domestica
A Yini
Soy una mosca cojonera,
estado evolutivo superior
de la naturaleza humana,
no por inteligente, hermosa o fuerte,
sino por pretender que en este mundo
imperen la igualdad y la justicia
y vuelva a florecer la primavera.
Acudo pertinaz adonde está la mierda
que, envueltos en falaces oropeles,
habitan los parásitos que rigen
el caos, la destrucción y el latrocinio,
y viven de chuparnos el aliento,
la sangre y el mañana.
Mi vuelo es torpe y lento como pocos,
carezco de defensas o veneno,
y puedo ser molida de un zarpazo
igual de fácilmente que se aplasta
a un niño a golpes de hambre y de malaria,
a un pueblo por la fuerza de las armas,
la mísera morada de los pobres
o el bosque que mordió la motosierra.
Mas un fénix robusto e imparable
habita en lo más hondo de las causas
que engendran mi aleteo,
haciéndome inmortal por muchos golpes,
por muchas dentelladas en el cuello
que puedan asestarme los vampiros.
Soy roja, verde, blanca,
translúcida, violeta,
contraste indispensable frente al negro
poder de la avaricia y los guerreros.
Soy una puta mosca cojonera,
¡temblad, temblad, bastardos!
que ya vuelvo a elevarme por los aires
mostrando que es posible la esperanza.
Y mientras las moscas
ResponderEliminarEleven el vuelo
Llevando el pestilente hedor
Pegado en sus patas
Habrán de menear sus zarpas
Buscando nuestro ahuyento
Mas, no sabe, que un día habrá
Que no toquemos a ni a pellizcos…
Ese día, la exterminación de los saurios será un hecho
Y el sol sonreirá en la línea horizontal de la alborada…
Abrazo León…Hasta el final, de pie.
Me encanta, Rafa.
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